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La Bolsa de Comercio tuvo ayer su peor caída, en moneda fuerte, desde 2008. Se derrumbó en un 9 por ciento

De la euforia “emergente” al clima pre-recesión
El entusiasmo duró poco. Fueron apenas unos días de euforia por el acuerdo con el FMI y la declaración de mercado emergente para acciones privadas. Ayer la Bolsa se derrumbó al ritmo de las expectativas crecientes de recesión para lo que resta del año.

Al Gobierno se le acabó el sueño mundialista. La euforia por la posible incorporación de la Argentina como “mercado emergente” y por el blindaje del Fondo Monetario cedió su lugar a la decepcionante realidad de una economía que se aleja diariamente de esa supuesta condición y se prepara a un semestre de recesión. En una jornada de alta volatilidad financiera global, el promedio de precios de acciones líderes en la Bolsa porteña se derrumbó un 8,9 por ciento, la mayor caída medida en dólares –términos constantes– en más de una década y sólo comparable con el escenario de crisis global de las hipotecas de alto riesgo (subprime). En Wall Street, donde cotizan también empresas argentinas y recibieron el primer empujón en sus cotizaciones al conocerse el acuerdo con el FMI y la incorporación del país al índice emergente que elabora la firma privada MSCI, los ADR de esas compañías perdieron hasta más de 13 por ciento. El miércoles negro también cubrió a los títulos públicos, que perdieron hasta más de 2 por ciento, ante un mercado que comienza a mostrar signos de fatiga ante la constante emisión de deuda de Cambiemos. Como resultado, el cotejo entre rendimientos de deuda con la de mercados centrales, denominado riesgo país, se ubicó en su máximo desde que asumió la administración macrista, a 585 puntos básicos.

Desde que asumió en diciembre de 2015, el Gobierno viene prometiendo lluvia de dólares. Primero con destino a la actividad real y ahora, ya sincerada la bicicleta, al sector financiero. Con eje en esa premisa, el macrismo llevó adelante una serie de desregulaciones al flujo de capitales externos y de incentivos para el ingreso de inversiones golondrinas que aprovecharían el diferencial de tasas (altas en el mercado local y bajas en el mundo). Luego estableció un paquete de reformas para que la Argentina fuese aceptada como mercado emergente, lo que, según prometieron los funcionarios, estimularía el ingreso de fondos. Finalmente, se acordó un endeudamiento compulsivo con el Fondo Monetario para blindar al país contra un ajuste brutal de la actividad.

La semana pasada se anticipó una posible recalificación a emergente y se concretó el arribo del primer desembolso de 15.000 millones de dólares del Fondo. Pero el Gobierno no capitaliza el envión por la incertidumbre que genera su política. “El gobierno perdió con su política margen de maniobra política y social para imponer, incluso, el ajuste que exige el acuerdo con el Fondo. El Gobierno no tiene más herramientas y la reelección de esta administración tampoco es tan evidente para los inversores”, dijo a PáginaI12 el ex presidente del Banco Central y la Comisión Nacional de Valores, Alejandro Vanoli. “Lo que el Gobierno vendió con bombos y platillos es que lo de ser emergentes resolvía todos los problemas de la Argentina. Con eso hicieron entrar a muchos inversores a ese juego accionario y ahora el mercado te muestra que no somos emergentes”, agregó el economista del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), Hernán Letcher, consultado por este diario.

El empujón que recibieron las acciones con la promesa de que en un año el país se convierta en emergente ya se esfumó, con la baja que vienen sufriendo desde el viernes. El peor desplome fue ayer. El promedio de acciones líderes, medido por el índice MerVal, perdió 8,9 por ciento a precios corrientes. Pero como el dólar se encareció 1,15 por ciento a 28,05 pesos, la caída del panel medido en moneda extranjera se ubica en el 11 por ciento. Es la mayor caída medida en dólares desde el 15 de octubre de 2008, cuando en medio de un desplome global de los mercados el MerVal perdió 12,2 por ciento.

En Wall Street, el comportamiento de las empresas es más sencillo de medir. Sin efecto devaluatorio (papeles que reflejan la capitalización de las acciones) perdieron hasta más 13 por ciento. “Lo de ser emergente no te borra la incertidumbre que hay en los distintos sectores, como en bancos, energéticos y obra pública. Hay que tener en cuenta que la nota de MSCI no es una evaluación de cómo está la economía sino de los criterios de accesibilidad al mercado (apertura a ingreso y salida de capitales). Esto implica que no se traduce en una mejora inmediata para las pymes”, dijo a este diario el analista jefe en acciones de una banca de inversión, de lazos estrechos con el PRO.

La incertidumbre de corto y largo plazo abarca a todos los sectores, aun el financiero y bancario. La salida de capitales de las economías emergentes hacia los Estados Unidos se amplificó en la Bolsa local por problemas domésticos. Entre las empresas que integran el sector energético hay dudas respecto de cuáles serán las medidas que pueda tomar la nueva conducción en el Ministerio de Energía, mientras reclaman más tarifazos en el rubro eléctrico para compensar el alza de costos producto de la devaluación. En este segmento, se destacaron las pérdidas de Metrogas, con el 13,8 por ciento, y Transportadora Gas del Norte (TGN), con 12,94. “En el caso de los bancos, lo que se ve es que probablemente haya una caída de la actividad hasta el último trimestre del año, lo que va a impactar en el crédito”, agregó el economista de la sociedad de Bolsa que vendió su antigua casa de cambios antes del cambio de Gobierno. Las caídas del sector financiero estuvieron encabezadas por el Grupo Supervielle, con un retroceso de 13,67 por ciento. Las constructoras también operaron en baja ante el congelamiento de la obra pública acordado entre el Gobierno y el FMI. A modo de ejemplo, la acción de la cementera Loma Negra se retrajo 10,27 por ciento.

A largo plazo, la expectativa tampoco mejora. “Por el lado financiero, la perspectiva de un dólar fuerte y de alta inflación tracciona a la baja de las acciones. Por su parte, el esquema de guerra comercial en el mundo tampoco ayuda a cerrar el déficit de cuenta corriente, teniendo en cuenta que el principal problema es la falta de divisas”, advirtió Vanoli. “Es un problema de la plaza local. El acuerdo con el Fondo redice la posibilidad de Macri de perpetuarse en 2019”, agregó Letcher. Por lo pronto, el riesgo país, el sobrecosto crediticio que enfrenta la Argentina respecto de otros países, no es de emergente.

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